miércoles, 9 de febrero de 2011

Celeste


Un mes más… por la mañana sufro de un vacio en mi interior, mi cuerpo sostiene con dureza aquellas livianas telas de grueso material, mi rostro está marcado por el sueño, mis ojos fijan su interior en el exterior de una bóveda carcelaria, mi cuerpo sigue inconformándose por aquel dolor que se apodera de mi todas la mañanas, comienza aquello llamado pensamiento a escribir en su espíritu los viajes de su intangible vuelo.
Cuando despiertas, sientes frío, sed, angustia, hambre, desesperación, sexo, dolor, golpes, penumbra, laceraciones, humillación, extravió, olvido, terror, violencia, muerte. Cuando todo esto sucede y piensas que no logra estar peor, resulta que algo escucha tu espíritu y convence al infortunio para arruinar tu existencia. Pero, al final de todo esto, llega una calma que se arremolina en el ser, no despierta, sólo estuvo ahí aguardando a que te dieras cuenta de su presencia, miras en todas direcciones para convencerte de que aquello no es una ilusión, un sueño o una pesadilla, palpas el dolor para descubrir que eso es un alivio que consuela el sufrir de una aparente agonía eterna. Caminas como aquellos dioses vagos que trazan líneas en el firmamento, cruje ante tu peso la misma madre que te ha visto desde antes de nacer, sólo sigues caminando para encontrar en el fondo de todo esto el fin de aquel sueño, ya no existe el yo, ya no más aquella filosofía que abrumaba tu pensamiento, es ella, sólo ella lo que te mantiene andando, dejas de lado todo lo mundano, una flor, un rio, una roca, un ave, una montaña, un fruto, un deseo, un anhelo, un susurro. Te despojas de todo para estar entre sus brazos, no le miras por querer sentir su consuelo, por fin, nada, nada de lo que fue será ahora, ella te sujeta con infinita ternura, tu sólo deslizas el tiempo entre fragmentos para que aquello no sea un destello.
Es verdad todo esto, sin estruendo, sin temor, sin desconsuelo, sin agonía, sin sueños. Eres mi cobijo, mi cuidado, mi salud, mi vida, mi amor. Cuando todo ha acabado sólo queda el querer, porque en todo lo malo lo único que encontré, fue el descubrir que siempre has estado a mi lado, mi ciega mortalidad logro oscurecer mi anhelo, te busqué por todas partes sin saber que lo hacía, cuando te encontré lo supe sin desearlo, te he hallado, eso es lo único que da vida a mi existencia, nunca abandones querido amor esta roca que camina por senderos empinados, mejor sujétame con tus labios a tu boreal amor.

1 comentarios:

Neko Hanyou MagiX Mokona dijo...

Difícilmente me alejaré de ti, lo haré hasta que aquel espíritu maestro me llame para reunirme nuevamente con él, pero aun así lograré dejar un poco de mi esencia contigo. TE AMO ♥

Publicar un comentario