domingo, 12 de septiembre de 2010

Mente


En lo oculto de aquella luz que no quema, no ilumina, no se consume, no existe… vi que nada existía, nada se escuchaba, nada recordaba, sólo pensaba.

Dios creó un jardín, en el incrustó dos árboles, uno da el conocimiento, el otro la vida… sigo buscando eso, aún no hallo mi existencia, confío en encontrarla.

Es una mañana hermosa, aquellas luces no dejan de danzar entre el oscuro manto de la desdicha, sigo buscando sin forma alguna lo que ya no me recordará.

Han transcurrido no sé cuantos minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos, milenios… no lo sé, sigo buscando lo que mi etérea forma busca, no sé qué será.

Dios mío, si en verdad estás ahí no me abandones, aún no me hallo y no te he hallado a ti, ¿dónde demonios estoy, a donde voy? Sigo existiendo, pero no sé si realmente esto es existencia.

¿Qué es aquello que se consume y empieza por apagarse? ¡No sé nada! Estoy enloqueciendo ¡maldición! ¡Alguien contésteme! ¿Dónde estoy?... Qué es esto, siento como si sintiera, siento… siento.

Pronto, algo me está molestando ¡socórranme! esa luz que se ha apagado, ¿dónde está? No veo, pero siento que veo, ¿qué será lo que veo entre siluetas oscuras? Nada, creo que no es nada importante, solamente nada.

Siento frío, pero no siento, se esfuma de mi algo pero no sé que será, hay algo que empuja mi existencia, si es que la tengo, algo me mueve y me daña, siento que quiero protegerme de algo, pero de qué será, no creo en nada.

Mis palabras sólo son mariposas de mi algo, algo que me incita a querer pensar, algo que me da lo que quiero decir pero no lo digo, lo escucho dentro de mí pero no veo que salga, sólo hay silencio, sólo estoy, yo y mi pensamiento.

Hay algo que me molesta hasta el cansancio, me está consumiendo… ya no puedo más, no sé porque pero creo que siento que ya no estaré… ya no… ya… no.

Tiempo después, de entre las sombras asoma un pequeño hilo de luz que comienza a engullir las sombras de un cuarto vacío y sin vida, una figura blanca emerge de entre la luz y se aproxima a un pequeño bulto que era parte de la oscuridad, aquella figura no se inmuta, sólo se da la media vuelta y marcha hacia la luz, de manera instantánea emergen otras dos figuras más grandes que la anterior, expresan lo mismo que la anterior, nada, sólo se dedican a examinar aquel bulto, lo levantan con brusquedad y lo tiran con desprecio a un costal. Cuando ambas figuras se retiran con su repugnante objeto dejan tras de sí un cuarto oscuro que no es del todo consumido por la luz, un cuarto lleno de soledad y zozobra, un cuarto pequeño lleno de diversos olores putrefactos, un cuarto sin vida, un cuarto sin alma.

─ ¿Señor?
─ Heme aquí
─ ¿Por qué estoy contigo?
─ Porque ya nunca más estarás sólo.

0 comentarios:

Publicar un comentario