sábado, 25 de septiembre de 2010

Hagase ¿el dinero?


En un principio era la comunidad, después el reino, posteriormente el imperio, consecutivamente el gobierno y ahora los monopolios. La humanidad, producto de su arduo trabajo por sostenerse triunfal en un mundo hostil ha creado una manera obligada de relacionarse y gobernarse. Entre sus múltiples preocupaciones se encuentran la satisfacción de los más poderosos, posteriormente los sirvientes de los poderosos y al final la prole ignorante y sucia, producto de lo más asqueroso de esta humanidad, gente común y estúpida, gente sin futuro y que sólo sirve para satisfacer las necesidades de sus gobernantes. Cuando el ángel del hambre y la pobreza ronda los rincones de aquellos barrios miserables la gente se acongoja y pide ayuda o clemencia, pero sus amos hacen caso omiso y siguen disfrutando de sus grandes emporios. Aquel mismo ángel se posa en donde son los aposentos de los más poderosos, de los que lo tienen todo, de aquellos que desperdician, de aquellos que nada valen y sin embargo su valor se da porque le hacen creer a la gente que realmente valen. Mammon, el gran dios del dinero, el más oscuro y efímero de los seres espirituales, un ser enfermizo que logra corromper hasta el más puro corazón, una criatura abominable que hace creer a los demás seres que quien posea más cosas materiales mayor será su valor y poder. Todo mundo cree esto, todo mundo piensa que el dinero salva, pero la verdad es otra, una verdad que todos saben pero nadie le da importancia porque todos aspiran al poder y el gozo. Quien es pobre ambiciona ser rico y el rico impide que el pobre lo descorone, casos semejantes ocurren en la historia y seguirán sucediendo, a menos de que los marxistas piensen lo contrario y sigan creyendo que el gran dinero será desbancado por el comunismo, aunque nuestro momento, nuestro siglo, nuestro contexto da un gran desaliento porque así como Dios a muerto, el comunismo también. Es en estos momentos que se deja entrever un nuevo orden mundial basado en sus ancestros, porque el dios dinero nunca ha muerto y es tan viejo como la misma humanidad. Tantos idealistas y líderes intelectuales recorren este pequeño y mísero mundo en busca de un mejor lugar para todos, sin embargo, nadie niega que el poder sea la única manera de lograr las cosas, quien no tiene poder no tiene liderazgo. Es por ello que nuestra pobre existencia está en base a nuestra asunción entre los demás mortales, la competencia por tener hasta el puesto de cajero de un cine implica una serie de mecanismos de destrezas y habilidades adquiridas por la joven e inexperta experiencia aunada a un aceptable perfil académico. Cuando se quiere algo, se logra sin dar fe de cuantos se han topado en nuestro camino y hemos apartado con una serie de artimañas o golpes indirectos. ¡Pero qué importa todo eso! mientras sigamos cantando un reggaetón por aquí y un nersun dorma por allá para distinguirse un piojo de otro seguiremos felices, porque el que todo lo tiene quiere más, el que nada tiene quiere lo que tiene el otro y más, circulo envenenado por un dios falso, ceguera social.
Porque el que tiene consciencia y se conoce así mismo sabrá que su vida nada vale en comparación a la muerte, sabrá que en cualquier momento morirá y no se preocupa por estar en armonía con la naturaleza, se ocupa más de lo terrenal que de un hijo, se interesa por lo suyo que las desdichas de su prójimo, se cree el centro del universo cuando sin la sociedad no viviría ni un día. Juzgar y ser juzgado, apedrear y ser apedreado, maldecir y ser maldito, engañar y ser engañado, matar y ser asesinado. Todo cuanto se hace se nos devuelve, y aunque esto no sucediese no estarás exento de que en otro plano no pagarás tus culpas, porque el que maldad guarda, maldad será por toda una eternidad su vida. Así que, el que sufre por la pobreza, sufre porque cree ser pobre y cree que el rico es todopoderoso, pero nada de eso, un rico tiene tanto las mismas entrañas como nosotros que un solo pinchazo o balazo lo destroza. Nadie nace eterno, nadie es inmortal, nadie es más poderoso que el otro, somos iguales en constitución biológica, por lo tanto, somos iguales en sociedad, porque el dinero sólo es una ceniza que vale lo que creemos que vale, o nos han hecho creer que vale, pero la realidad es que el dinero es como la mierda, sólo que ésta mierda cualquiera la quisiera tener.
Por lo tanto, quien adora más al dinero que a la vida merece ser tan menospreciado e ignorado por ser tan poca cosa como la mierda. Este es nuestro mundo, un mundo de mierda que produce una falsa idea del vivir y sin embargo un vivir tan vacío como el rezo del Papa.

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