sábado, 22 de mayo de 2010

René Magritte


La exposición de René Magritte en el Palacio de Bellas Artes es una muestra de lo que el surrealismo es capaz de establecer a través de imágenes que no poseen una coherencia como tal, sin embargo no por ello se descuida la estética de la imagen dando prioridad al contenido, al contrario se abstrae la realidad de los sueños y las fantasías, se plasma dentro de una superficie con el objeto de atrapar aquel sueño, su fugaz estancia en la mente debe ser encerrada en un lienzo o cualquier superficie que permita admirar aquella fantasía que no respira, sin embargo está viva.
René Magritte nos muestra que aquellos sueños no son meras ilusiones sobre mundo extraños y paralelos, la realidad se transforma sin perder su sentido original, sólo se necesita concentrar todos los símbolos preestablecidos en nuestra mente, símbolos que nos permitirán comprender, por ejemplo, porqué aquellos hombres del Golconda se mantiene estáticos entre el cielo y la tierra, ¿están lloviendo hombres con bombín o ascienden? ¿Aquellos hombres poseen diferencia alguna? No, es el reflejo de una sociedad marcada por el principio de la globalización y la eliminación de la diversidad cultural. Es nuestra sociedad que se consume en la lluvia de aquellos hombres de negro, en una sociedad que se incendia entre varios focos rojos de olvido social por parte del Estado. La muerte de las tradiciones significa el inicio del imperialismo, aquel reinado del fanatismo y la ignorancia. Las utopías han muerto, con su fallecimiento inicia el ataque implacable de una maquina de uranio que todo lo engulle, criatura antropófaga nacida de la economía y la desdicha. La globalización si es realmente el Gólgota de todos aquellos que pensábamos que existía una esperanza para realizar diversas maniobras de resistencia contra aquel consumo desbordado de mercancías extraídas de aquellas culturas que se quedan en el olvido.
Somos la sociedad del todos somos iguales, pero René Magritte nos muestra que es una sociedad equivalente a una piedra, no piensa, no se mueve, no vive, no se enamora… somos roca por ser modernos, estamos muertos por entregarnos a las comodidades occidentales, nuestro espíritu se iguala a aquel fondo oscuro en el que transita sin rumbo una paloma, aquella que trae paz pero nosotros nos empeñamos en opacar su brillo con nuestra codicia.

0 comentarios:

Publicar un comentario